Recorrido histórico El origen de esta figura se sitúa en la Corona de Aragón en el s. XIII, a raíz de las sustituciones que, con motivo de la ausencia de un canciller o de un vicecanciller, era forzoso que realizara una persona preparada para asumir, provisionalmente, las funciones de aquéllos. Así pues, el nombre exacto con el que se empezó a conocer al que desempañaba tales funciones sustitutorias fue el de “regente de la cancillería” (o “de la vicecancillería”, si correspondía).